Natación

Para mí nadar no es tan fácil.

Bueno, no es que no puedo nadar. Puedo, gracias a Dios y mi mamá para mandarme, contra mi voluntad, a clases de natación en una piscina municipal en las mañanas tempranas del verano.

Puedo nadar. Pero el problema ocurre cuando intento a nadar con otras personas. Hacemos «natación en círculo.» Y soy una amenaza.

Las brazadas de mis brazos hacen tsunamis pequeñas en el andarivel. En el crol a salpicadura de mis piernas echa agua en los ojos de mis compañeros. Cuando hacemos el estilo brazado, pateo a los nadadores en los otros andariveles. En estilo espalda atropello los pies de la persona enfrente de mí. Equivoco el número de metros, retraso la línea con mis pausas incorrectas y causo confusión cuando nado fuera de orden.

Cuando nado, estoy una desastre.

 

 

De un pecador a otro pecador

Quiero pedir perdón para mis juicios, para mis palabras de indignación y reprobación. Soy una hipócrita.

«¿Cómo es posible que hiciste eso?» digo. Pero esto no debe ser mi pregunta. No hay que preguntar.

Cuando pecas, debo responder con compasión, empatía y gracia – todo lo que Cristo me ha dado y continua dando.

Sé cómo es posible que lo hiciste, porque lo hago también. Soy un pecador también. Estamos juntos en esta lucha contra la carne y sus pecados.

Pues, perdóname, por favor. No debo juzgar a ti como pecador cuando soy lo mismo. Y Jesús nos ha perdonado los dos.

Este mundo tan grande

Cuando hay una coincidencia de conocimiento entre dos o tres personas – cuando conozco a tu amigo que trabaja con mi tío o algo así – se dice que el mundo es muy pequeño. Y sí, es verdad que cada día parece que el mundo se está encogiendo. Las noticias y las enfermedades viajan  por todos partes del mundo con una velocidad que hace poco no se hubiera creído posible. Pero, aunque normalmente creo en esta mentira del mundo pequeño, a veces recuerdo de la verdad: el mundo es tan grande.

Mi hermano y yo tenemos una competencia en curso que durará todo nuestras vidas. La competencia es para ver ¿quién ha visitado a lo máximo numero de países? Tenemos que determinar qué tipo, qué duración de visita cuenta para permitir decir que lo se ha ido al país en cuestión. Lo ridículo es que lo contamos cuando uno sale fuera del aeropuerto.

Pero aún en el país lo más pequeño del mundo, no lo se puede explorar en los momentos fuera del aeropuerto. No se puede entender la cultura o conocerse a la gente o probar la comida. Hay tanto que saber en cada país. El mundo es gigantesco.

Puedo decir definitivamente que visité Perú. Viví allá por tres meses. Pero, de verdad, solamente experimenté una pequeña parte del región andina. No sé nada de la selva ni el capital ni lo todo que está entremedio. Perú no es un país muy grande, pero ¡qué grande es!

Creo que he viajado más que lo normal, pero cuando miro a mi mapa del mundo, los país que he visitado son unas machintas en una mar de países para mí inexplorados.

Soy pequeñita. Y el mundo crece cada día.

Unas quejas

Necesito quejarme. Es catártico. Más o menos.

Construí el Montón  de pañuelo de papel hoy.

El medicamento para mi resfriado no hace nada para mi nariz pero me da mucho sueño.

Un libro que estaba esperando llegó y no me lo gustó.

Comí demasiados pistachios.

No logré nada hoy.

Esta entrada es una excusa patética para una entrada real con sustancia.

No puedo ver el piso de mi cuarto porque es tan desordenado.

Mañana tengo que trabajar en el jardín, algo que odio.

Gracias por escucharme.

Fin.

Crítica de «Carly’s Voice»

Carly’s Voice es una historia de esfuerzo y perseverancia. Escrito por Authur Fleischmann, el padre de la chica la que es el tema principal, el libro es parte memorias, parte biografía, parte autobiografía, parte tragedia, parte epopeya y totalmente llena de fuerza.

Trata de las experiencias de una familia, y particularmente un padre, de Carly Fleischmann, una chica que tiene el autismo y no puede hablar.

Durante el libro, el lector ingresa en el viaje largo, duro, incesante desde el nacimiento de Carly y su melliza hasta casi el día presente. El lector participa en el maratón de citas con médicos, terapias, escuelas y métodos con los que la familia experimentan para lograr pasos pequeñitos en el comportamiento compulsivo y retrasado de Carly. Fleischmann destapa sus miedos y pensamientos sobre el tumulto que agarra su vida en aquel tiempo y todavía, de algún modo.

Lentamente se puede ver los cambios y efectos positivos en Carly y cerca la última tercera del libro, el lector está recompensado con la historia del comienzo de comunicación de Carly por la modalidad del palabra escrito, solamente por teclado.

El libro proviene una vista al vida meticuloso y arduo de los padres de niños autísticos y también para los que tiene el autismo.  Al fin el lector ve a ellos con una perspectiva nueva: como seres con vidas internas increíblemente normales – si no brillantes – pero que están atrapados en cuerpos desobedientes.

Unos momentos

Creo que este blog está convirtiendose en una serie de listas. Escribo las entradas en la noche, cuando tengo sueño. Probablemente la lista es el último forma que mi mente puede usar para sorber las sobras de creatividad y energía del día.

Bien, aquí están unos momentos del día hoy. ¿Qué es el día más que una sucesión de momentos?

 

La luz me despertó y mis ojos bizquearon.

Intenté cubrir los ojos con la cobija, pero el despertador empezó a piar.

La cabeza de mi hermanito sobresalió el marco de la puerta silenciosamente. «¿Qué quieres?» dije.

El aceite de coco salpicó sobre todo cuando cociné los huevos fritos. Tengo que limpiar la cocina, pensé. Luego.

La voz del hermanito subió y bajó con los versos del capítulo de Mateo que leyó. Su voz suena como la mía. Leyó demasiado rápidamente, como yo. Somos hermanos, obviamente.

Me acomodé con el libro que conseguí hace tres horas. El sol se hundió con el número de páginas que no había leído.

 

La posibilidad del bilingüismo

Pudiera haber sido una bilingüe.

Pero mi bilingüismo potencial era otra víctima de la presión social sobre mis bisabuelos. Supongo que creían la mentira que sus hijos nunca aprenderían el lenguaje común si continuaban hablando el italiano.

Puedo imaginar su miedo. Eran emigrantes recién llegados, viviendo en una comunidad de gente italiano para sobrevivir.  Pero sus hijos tendrían que asistir a la escuela, donde se hablaba inglés. Todo el resto de la cuidad hablaban inglés. Querrían lo mejor para sus hijos. Los mandaban que hablaran inglés y que recibieran buenas notas en la escuela para traer orgullo a la familia – el instituto importante sobre todo.

Y pues, los hijos solamente mantenían el italiano con lo que venían a los cinco o siete años. No sentían capaz de enseñar el italiano a sus propios hijos y tampoco tenían el deseo. Todavía reinaba la mentira del monolingüismo: los niños pueden confundirse con dos idiomas y el idioma popular es todo lo necesario.

Y así continuaba. Mi abuela no aprendía italiano, ni mi padre. Él no puede decir ninguna palabra. Yo tampoco. 

Por lo tanto, para curarme de mi enfermedad monolingüe, empece a aprender el español hace unos seis años. Tal vez la falta del italiano en mi vida era para el mejor. No hubiera empezado con el español si supiera el italiano.

Todo es conjetura. Aquí estoy y así soy: una monolingüe caminando en el camino de recuperación.

Gratitud recientemente

Me gusta el serie que hacen los blogueros de Today’s Letters – escriben entradas de vez en cuando solamente para expresar su gratitud por lo que ha pasado en su vida últimamente. Necesito practicar el hábito del agradecimiento.

Pues, últimamente he estado agradecida por vaselina, que previene que el piel de mis manos sea áspero y doloroso.

Por la alegría de nadar con un grupo de gente amistosa y competitiva.

Por hielo peligroso en las carreteras y un día de vacación inesperada.

Por una alimentación saludable y el redescubrimiento la dulzura de vegetales.

Por mi mejor amiga y nuestro amor mutual por el programa Sherlock.

Por la garza majestuosa que vive en nuestro jardín.

Por Thomas Edison y la oportunidad de leer en mi cama antes de dormirme.

 

26 cosas que adoro

  1. La mantequilla de maní espesa en el fondo del jarro.
  2. La música al principio de un programa de Masterpiece Theater por PBS.
  3. El sonido de la voz de mi mejor amiga cuando contesto el teléfono.
  4. La caligrafía de mi abuela en los postales que recibo cada semana.
  5. El lloriqueo frenético de mi perra cuando me vea después de unos meses de mi ausencia.
  6. El olor de la albahaca en el verano.
  7. Los chicos que juegan con los niñitos.
  8. Las historia de amor – bien escrita – de una pareja.
  9. El sabor de un camote asado al horno.
  10. El abrazo de mi almohada después de un día largo.
  11. La satisfacción de seguir mis resoluciones.
  12. La cara de Benedict Cumberbatch.
  13. El dolor de mis músculos después de entrenamiento duro.
  14. El descubrimiento de un blog fascinante.
  15. El júbilo de reír hasta llorar con mi familia.
  16. El final de un resfriado cuando puedo respirar con mi nariz finalmente.
  17. El cambio de jeans por pantalón de chándal cuando regreso a casa.
  18. El sorbo primero de una taza de té verde con leche de coco.
  19. Un banano con mantequilla de maní.
  20. El Libro de Eclesiastés.
  21. Mi sobrenombre que usa solamente mi padre.
  22. La combinación de queso cheddar con manzana.
  23. El párrafo primero de Historia de dos ciudades por Charles Dickens.
  24. La oración primera de Orgullo y prejuicio por Jane Austen.
  25. La tarta de ruibarbo y fresas hecho por mi abuela.
  26. La historia de la creación en el Libro de Génesis.

 

(Daily Prompt)

La albahaca

Es una planta pequeña – no, son un grupo de plantas pequeñitas. Están sentado en la encimera, mirando la cocina como una niña que es demasiada joven para cocinar.

Su hogar es un tarro, uno de los que se usa para enlatar los tomates abundantes del verano. Ese cuarteto de plantas vino del mercado en una bolsa de plástico. Estuvo vivo, feliz, brillante. Pero creo que ha contraído una enfermedad.

Tal vez tiene añoranza de sus hermanas en sus bolsas propias, todos en una caja cerca los aguacates. Quizás es una privación de minerales o una necesidad de luz real. No sé.

Pero el agua alrededor de sus raíces tiene un color de té, como si la vida de la planta estuviera pasado fuera de la planta. Sus hojas se inclinan al negro de la encimera. Estoy esperando que lágrimas caigan de las puntitas moribundas.

Qué planta triste es esa albahaca. Y no sé por qué.